Cuando no sabes a donde vas, cualquier
camino puede servir.
Dan miedo, los cruces de camino, da miedo partir, da miedo volver.
Dan miedo, los cruces de camino, da miedo partir, da miedo volver.
Si no sabes hacia a donde vas, lo mejor es
dejarte llevar, como flotando en el viento o en el agua.
A veces hay que desprenderse del equipaje, y como una pluma, dejarse llevar por el viento.
Para que un día nos queden los recuerdos de todo lo que pasamos, las amistades, los amores, las idas y las vueltas.
A veces hay que desprenderse del equipaje, y como una pluma, dejarse llevar por el viento.
Para que un día nos queden los recuerdos de todo lo que pasamos, las amistades, los amores, las idas y las vueltas.
Para poder hacer todo eso, es necesario
no temerle a partir, ni a volver. Porque estamos en una encrucijada de caminos
que parten y que vuelven, si no sabemos a donde ir, hay que dejarse llevar.
El viento lleva, y a la vez trae. El viento
nos puede llevar a lugares insospechados y así iremos a donde
debemos ir
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